Son las 21.14 h. del 17/07/13 y, por ahora, no hay un
solo dirigente político que haya asumido públicamente
responsabilidades por el caso Bárcenas-caso PP, por el caso ERE-caso
PSOE-A, ni por el caso Palau-caso CDC/CiU. Por estas razones y por
otras más que expondré a continuación, me veo forzado a presentar
mi dimisión como ciudadano y, por tanto, como cómplice de esta
farsa teatral en el que los espectadores llevamos demasiado tiempo
sin manifestarnos de manera coherente:
- Ya está bien de que se repartan el dinero los mismos.
Las constructoras untaron al PP, que infló la burbuja inmobiliaria y
las hizo multimillonarias. La burbuja explotó y las constructoras e
inmobiliarias están ahora en bancos mayoritariamente rescatados por
nuestro dinero. ¿No es irónica la manera en que lo hemos aceptado,
ocurriendo delante de nuestros morros? ¿Hay todavía alguien que
quiera reírse con 'Españistán' mientras prepara las maletas para
irse a Helsinki?
- Para terminar de pagar la orgía y los cristales rotos
de la fiesta anterior, se nos han subido los impuestos (directos e
indirectos) y se nos han bajado los sueldos, públicos y privados
(reforma laboral). Los partidos, financiados por el dinero de los
contribuyentes pero, además, por el de unos empresarios
filibusteros, han contribuido a arruinar el país y siguen bailando
al son del pianista del Titanic. Con sueldos millonarios, con las
desigualdades y la miseria aumentando. Todo esto, además, con
nuestro dinero.
- Para colmo, la mayoría de las grandes empresas vive
de continuas subvenciones: ayudas a crear empleo de distintos tipos,
emplear mujeres, señores mayores, discapacitados... Y lo que no
sabremos. Una gran parte de la financiación, también de nuestros
ahorros. Los préstamos de los bancos son en buena medida creados a
partir de nuestros depósitos, pues estos apenas guardan estos fondos
en sus reservas. La parte de capitalismo privado es
extraordinariamente reducida. ¿Por qué no puedo sentarme yo en el
Consejo de Administración de Sacyr o Endesa? ¿Por qué tengo que
verlo todo desde Telecinco o Elpais.com?
- Los periódicos 'destapan' escándalo tras escándalo
mientras extorsionan a PSOE-PP-CiU, que son los que más reparten. La
prensa está en crisis y contar una realidad novelada parece una
buena estrategia. Hoy 'canta' Bárcenas, ayer fue Amedo, qué más
da. En dos semanas, todo olvidado e incluso habremos inventado algún
chiste sobre lo sucedido. El chiste en el que Bárcenas se fuma tu
pensión, por ejemplo. Los periódicos, ayudados y financiados
también con dinero ciudadano (bancos, ¿partidos políticos?), ponen
la letra a la música de la actualidad. Como todo es beneficio,
vivimos en Matrix: somos una sociedad que sueña historias
guionizadas por gente con mucha pasta. Pan y circo, y encima
creeremos que la cosa se está arreglando. En Italia, después de
desaparecer los dos grandes partidos, emergió Berlusconi. Después
de los aficionados, llegó la delincuencia profesional...
- ¿Hasta cuándo vamos a estar financiando todo esto?
Partidos subvencionados, sindicatos subvencionados, patronal
subvencionada, empresas subvencionadas... La democracia está en sí
subvencionada, porque no es democracia. El monstruoso Estado es un
conjunto de transacciones que nos chupa los ingresos para producir
Bárcenas, Millet, construcciones megalomaníacas en Valencia y
jubilaciones fantasma en Andalucía. Lo más grave no es el destrozo
ambiental, el fraude institucionalizado, la violación del ahorro...
Lo más importante, lo trágico, es la complicidad de cada uno de
nosotros, que sabemos lo que ocurre pero que no aceptamos a reconocer
que sabemos que lo sabemos, y que no vamos a mover un solo dedo para
cambiar las cosas. Porque eso sería hacer algo nuevo o algo que
provocaría vergüenza ajena, y somos demasiado valiosos para pasar
por eso.
- La asunción ciudadana de que todo español es un
pequeño corrupto es, además de una mentecatez, el mito necesario
para que esta dominación pirata continúe. La España de la
picaresca viene bien a los grandes ladrones y a los vendedores de
humo. Nadie se fía de nadie, por eso no nos quedamos en la calle
hablando de cómo construir una realidad y un modelo de producción y
distribución alternativo. Sin confianza entre las personas, seguirán
reinando los que no la merecen pero que al menos se saben organizar
con eficiencia.
- Esta estupenda democracia no es más que un simulacro
de lo que no es. De lo que hemos permitido que no sea. Una realidad
social en la que tres o cuatro grandes grupos de poder se combinan
para sacar beneficios en aras al 'interés nacional'. Ya es hora de
destapar el verdadero interés nacional, el de las personas. Pero de
esto no se termina de hablar en los bares.
España aguanta. Porque España tiene miedo y está
acostumbrada a la ayuda externa, al mito, a la explicación mágica.
Vamos a la deriva porque cada uno de nosotros lo está permitiendo.
Ya va siendo hora de ser coherentes y de reconocer lo que está
ocurriendo y lo que cada uno puede hacer para que todo cambie de una
vez. En vez de tantos derechos, deberíamos observar nuestros
deberes, como el de luchar por la verdad y la justicia. Parece
difícil pensar que seamos libres, o que estemos vivos si no lo
hacemos.
En realidad no importa mucho, porque habrá una
infinidad de bebidas alcohólicas y de series estupendas para olvidar
lo que estamos dejando sin hacer.
Por todo esto, y por mí primero, dimito como ciudadano.
A partir de ahora seré sombra y me gustaría encontrarte por alguna
esquina. ¿Te unes, dimites, o sigues jugando con quienes marcan
todas las cartas?
Me parece un análisis excelente. Después de 3-4 años en España, te puedo decir (a través de la mirada del extranjero), que una cosa que más me llama la atención de la cultura española (y Andalucía en particular) es la inmensa DESCONFIANZA generalizada que existe entre las personas. Aquí es muy fácil empezar a hablar en la calle con alguien, pedir un pequeño favor o no sé que; prueba en cambio a ORGANIZAR algo, y te cagas.
ResponderEliminarDices bien: alimentar el mito (porque de mito se trata) de la picaresca hace bien a los de arriba, porque retroalimentan esta desconfianza e impiden el cambio. Como que tu segunda profesión es inventarte conceptos (^^), vendría bien un análisis desmitificador de la cultura de la picaresca. Por ejemplo, sacando datos de los casos virtuosos de cooperativismo, asociacionismo y sociedad civil de los que España abunda (teniendo cuidado de no confundirlos con la obra social de muchas cajas/grandes empresas/grupos empresariales etc.) que los utilizan para el lavado de imagen y recibir subvenciones, como tú justamiente recuerdas. También la subvención constituye otro mito a eliminar, la espera de que "el arcarde te dé trabajo".
Cierro el comentario con algo más de pragmatismo. Creo que hay al menos dos razones porque no dimitimos como ciudadanos (por cierto, el concepto no es nuevo: ver la desobediencia fiscal, la lucha armada, el bandolerismo, etc.): la primera, es que efectivamente para muchos sería un salto demasiado grande desde sus creencias y sobre todo, porque tendría miedo a ser pillado por tonto. La segunda, que es la razón por la que no lo hago, es que tengo demasiado que perder. Lo dijeron clarito en el Congreso de la FES, y tienen razón: cuando la gente tiene demasiado que perder, no mueve el culo: es matemático.